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¿Cuál es la razón detrás de la aparición de episodios de somnolencia diurna?

Cuando un adulto siente la necesidad de tomar una siesta durante el día, la razón más común suele ser un sueño nocturno insatisfactorio o insuficiente. Esta es la primera consideración que debe hacerse en tales casos y constituye la causa más habitual de los episodios de somnolencia, aunque existen causas menos frecuentes, como algunas enfermedades neurológicas que incrementan la presión del sueño, como la narcolepsia, por ejemplo. Este trastorno es una condición médica que desencadena episodios incontrolables de sueño y puede ir acompañado de episodios de debilidad e incluso caídas al suelo cuando la persona afectada se ríe.

En el caso de una persona que experimenta episodios de somnolencia diurna a pesar de dormir adecuadamente por la noche con una buena calidad de sueño, es necesario evaluar si se trata de una hipersomnia central como la narcolepsia, una hipersomnia idiopática o una hipersomnia recurrente. La narcolepsia, caracterizada por una somnolencia diurna excesiva, implica dificultades para mantenerse despierto durante períodos prolongados y episodios repentinos de sueño en cualquier situación. La hipersomnia idiopática también provoca una fuerte somnolencia durante el día, junto con una dificultad significativa para despertar. El término “idiopática” indica que la causa subyacente es desconocida. Por último, la hipersomnia recurrente resulta en episodios recurrentes de somnolencia diurna, que pueden durar uno o varios días, independientemente de la cantidad de sueño nocturno recibido.

En una primera evaluación, cuando alguien acude a la consulta debido a episodios de somnolencia diurna, es crucial descartar la posibilidad de que su sueño nocturno carezca de calidad o sea de corta duración. La solución evidente en este caso implica asegurar un buen descanso durante la noche. No obstante, consideremos el escenario en el que, debido a nuestro estilo de vida, nos acostamos tarde y nos levantamos temprano. En esta situación, aprovechar la oportunidad de tomar una siesta puede ser beneficioso para recargar energías. Una siesta breve de menos de 30 minutos, especialmente después de comer, puede resolver el problema.

En el caso particular de los episodios de somnolencia mientras se conduce, es crucial tener en cuenta que medidas como cantar, bajar la ventanilla o poner el aire acondicionado fuerte son ineficaces. La única solución efectiva es detenerse y descansar. Si experimentamos somnolencia al volante, es imperativo parar en una estación de servicio, descansar durante quince o veinte minutos, refrescar la cara y, de esta manera, recobrar la alerta. Cualquier otra acción resulta inútil.

En cuanto al insomnio, es relevante señalar que es más prevalente en mujeres. Según la última encuesta respaldada por la Sociedad Española del Sueño, se ha observado un aumento del doble en la incidencia del insomnio en comparación con un estudio realizado hace veinte años. Sorprendentemente, el grupo de población en el que el insomnio es más severo no es el de las personas mayores, sino la población de adultos jóvenes. Este dato ha desconcertado a los expertos en sueño, sugiriendo que quizás se tiende a restar tiempo al sueño en favor de otras actividades.

Un dato peculiar es que las personas con insomnio tienden a subestimar su tiempo de sueño; a pesar de dormir una hora, pueden sentir que no han descansado en absoluto. En contraste, con la somnolencia diurna, a menudo se observa lo contrario. Cuando se le pregunta a alguien si se duerme durante el día y responde negativamente, su pareja puede contradecirlo diciendo: “¿Cómo que no? En cuanto te sientas en un sillón, te quedas dormido”.

En casos de problemas de sueño persistentes que superan un mes, es fundamental buscar la atención de un médico de familia y buscar una derivación a un especialista en sueño.